Un oso




A los ocho meses de un embarazo feliz recibió la noticia del accidente de Héctor. Sin el padre de su hija, tuvo que encontrar las fuerzas que le faltaban en cualquier lugar: su hogar,  la oficina, la casa de la abuela, el departamento de mamá viuda, el consultorio de su psiquiatra y luego el más reconfortante, el de su psicóloga. Todo era menester para criar a la niña.

Afortunadamente, si bien no había superado aún la tamaña pérdida, poco a poco, pensando siempre en su hija, se había ido recuperando. Era diciembre y los cinco años que se habían diluido en el tiempo convencional no habían quitado el luto de su corazón. Esa tarde, Anabel quedaría con su abuela y ella podría salir de compras para Navidad. El centro comercial era un infierno y todavía restaban cinco días para la fiesta.  Sandra iba  decidida a conseguir un peluche enorme que remedara y reemplazara al oso bebé que la niña había visto en el zoológico y que pretendía para sí. 

Recorrió galerías y el Shopping de la ciudad, pero entendió que el mejor lugar para buscar calidad y buen precio lo obtendría en el comercio de una amiga sirio-libanesa, compañera en los cercanos años de la Universidad.

Cuando entre anaqueles y góndolas dio con el peluche,  comprobó que era el único de su especie que quedada. Apretujada por los adquirentes de los juguetes más modernos, intentó llegar al fondo del salón donde había divisado al oso. Poca fortuna tuvo la ansiosa madre en ese contorneo entre personas, pretendiendo llegar a su destino ya que cuando estaba por lograrlo la mano de un hombre lo aprisionó de una de sus patas dejando perpleja a la joven.

La discusión subió tenuemente de tono en una réplica recíproca de argumentos y razones que apoyaban el derecho de cada uno sobre el “objetivo”. Ambos, estaban firmes en que cada quien lo había visto primero, pero fue inútil. Después de unos segundos de una educada confrontación, Sandra perdió la batalla. Se quedó desilusionada, sin comprender la actitud de su contrincante, mirándolo avanzar con el peluche a cuestas rumbo a la Caja para pagar su precio. De pronto, el joven  giró intempestivamente hacia la  mujer y volviéndose sobre sus pasos llegó hasta ella y le abandonó el oso entre sus brazos con cierto reproche en la mirada triste. Sandra permaneció atónita mientras él abandonaba el local comercial con apuro. Furiosa, con tal actitud que le había generado un sentimiento confuso, mezcla de pena y culpa al resultar al fin triunfante se acercó hasta su amiga quien había presenciado la escena desde el mostrador y vertió su versión. Salma le contó entonces  que conocía accidentalmente a quien le disputara el regalo de Navidad, puesto que hacía unos meses se había mudado al mismo edificio donde ella vivía. El portero le confesaría con mucha pena que aquel muchacho vivía desde comienzos de año en esa zona de la ciudad porque acababa de perder a su esposa y a su pequeño hijo de tres años en un descarrilamiento de trenes. Desesperado, alquiló un departamento después de haber permanecido  internado dos meses en un centro de recuperación psicológica.

Cuando Benjamín regresó al mostrador para recoger su porta-tarjeta que en el trajín olvidara, Sandra todavía se encontraba esperando que empaquetaran su compra en una enorme caja de color rosa con moño al tono. Al verlo llegar su corazón se encogió y acercándose al joven le ofreció sus disculpas por el histérico empeño en quedarse con el oso. Más tranquilos, entrelazaron miradas con calma y ternura recíproca. Decidieron pues, a sugerencia de Salma tomar una bebida en el Fast Food de la esquina para aclarar y conocer el origen de los impulsos dominantes de cada uno, desatados en la puja librada entre ellos. Cinco días más tarde, el hilo conductor de la vida acabaría reuniéndolos junto a sus hijos, en una particular, discreta, familiar y nueva cena de Navidad.

2012


Alguna corrección en 2013




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Comentarios

  1. Que bonito cuento con final feliz. Me ha gustado.

    Beso

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  2. la vida te da siempre otras oportunidades ...dicen...pero igual hay que hacer el esfuerzo de encontrarlas...

    mi aprecio!

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  3. ---------- ♥

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    Esta amiga que te quiere un montón te desea querida amiga felices fiestas y que la paz y el amor more en tu corazón por siempre. Mil besinos ¡¡¡ Te quiero ¡¡¡

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  4. Encantado por supuesto con tan bonito cuento. Abrazos amiga Zuni :)

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Del pintor italiano, Charles Edward Perugini (1839-1918)