Te vi tras la reja, como
cuando éramos niños: Yo te miraba tomándome de los barrotes y mi estómago se
estrujaba, no sé si de las ganas de comer ese chupetín redondo y multicolor que
lamías lentamente, observándome de reojo o, porque me gustaba tu pelo rubio
ensortijado volando al viento de la tarde, agitado por el rodar de tu
bicicleta. Ibas a la clase de inglés los martes y jueves a las seis de la tarde
y pasabas por mi casa. Hoy, yo recogía unas violetas del jardín cuando te
divisé, casi desde el suelo. Como si fuera ayer, te vi. Sólo que no llevabas el
chupetín en tu mano, tus rizos no ondulaban en el aire que corría entre las
ventanillas abiertas de tu coche, más, creo que te quedaba muy poco de ellos y
yo casi no pude enderezarme porque mi ciático me jugó una mala pasada. Sin
embargo, nos miramos. Y cuando pasaste supe que el hilo invisible que sujetaba
nuestras memorias, seguía indemne, después de cincuenta años.
2013
Hola. Sus obras es elegante.
ResponderEliminarSaludos desde Japón. ruma
Ruma, gracias!!!! Un abrazo
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