Silvestre


Ella hubiese querido no ver lo que vio. Tal vez si no se hubiera quedado hasta tan tarde en la oficina, trabajando extra, no lamentaría ser testigo de tamaña escena. Le gustaban las escaleras para llegar más rápido a la planta baja y a su favor, siempre estaban bien iluminadas, salvo esa tarde de invierno, en la que el frío acuciaba y el silencio hablaba de gente junto a hogares encendidos. Entre las tinieblas de los últimos peldaños, divisó la mano de un hombre, grande, ancha, la que con fuerza inusitada descargó un machete sobre la cabeza de la desgraciada. La sangre saltó a borbotones y ella gritó. Su expresión de horror plasmada en el alarido sobresaltó al asesino, quien mirándola desafiante, escondió el arma. La mujer nunca imaginaría que Silvestre, el portero del edificio, fuera tan cruel y,  menos que matara a las ratas de esa forma. . .

2014


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Comentarios

  1. Si tu no te hubieses quedado un rato mas en la oficina, tal vez no hubieses presenciado la escena sangrienta que describes en tu magnífico relato... Pero imagínate que, mientras tu bajabas esa escalera y te hubieses cruzado tu con esa rata que subía... (Ni quiero imaginar el descomunal sonido de tu alarido...!, claro que la muerte entonces del repugnante animal hubiera sido de un infarto...) Un consejo querida Zunilda?: usa el ascensor.

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    1. ¡Gracias Federico! Seguiré tu consejo, ja, ja. . .Un abrazo.

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  2. ¡Me gustó! el giro final hacia la muerte de la rata me dejó encandilado, hubiera querido saber cómo terminaba la situación de haber terminado ese machete en una cabeza humana.


    Saludos Enfermos.

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    1. Gracias Daniel por tu amable comentario. No, nooo llego a tanto. Un abrazo.

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Alimento del alma

Alimento del alma
Del pintor italiano, Charles Edward Perugini (1839-1918)