Me pareció que una imperceptible bruma de forma
conocida, alargaba su sombra detrás de mí.
Si tuviera que darle un color, elegiría el
índigo. Presentía que me acompañaba.
Estaba casi segura. Saludé a varias personas de la vida cotidiana. Fui de
compras a una antigua librería, pasé por la biblioteca y más tarde,
para aplacar el calor del mediodía, me compré un helado enorme. Me senté
en un banco de la plaza, mirando niños jugar, y disfruté. Uno de ellos pasó
cerca de mí corriendo, luego se volvió y
me dijo por lo bajo: “Qué lindo ángel tienes”
2011
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Mi agradecimiento por tu conexión.