Su vestimenta tradicional lo asemejaba a algún
príncipe sacado de un cuento de “Las mil y una noches”. Sin embargo, su manera de comportarse le aseguraba una
formación occidental. Aquel joven y potentado árabe había sido muy claro en su
solicitud: Sólo le interesaba que la mujer seleccionada y quien habría de
convertirse en su asistente para la interpretación de la lengua española,
reuniera esa condición especial.
Convencido de haber dado con la reconocida Consultora,
aguardaba con nerviosismo el resultado, ya que su regreso a Dubai le urgía.
Las cualidades personales y de formación se daban por
descontadas. El único requisito que exigía el Empresario preocupaba al Gerente, razón por la cual puso en marcha un operativo
de selección mediante toda la Mercadotecnia que tuvo a su alcance, en busca de
la candidata ideal. La excentricidad del pedido había superado las previsiones
de la Agencia. El cliente no se interesaba en los atributos físicos de la
candidata, había espetado. De las seleccionadas, el grupo mínimo debió
reducirse a cinco mujeres. Sentado frente al
curvilíneo escenario del que pendía una gruesa cortina de terciopelo verde,
observaba junto al Gerente comercial la parte visible de las candidatas. El puntero
de fino marfil que sostenía en su mano izquierda, hizo la selección definitiva,
señalando el lugar que ocupaba una joven de mediana edad y cabello blanco como
la nieve. Su portentoso currículum
conteniendo premios y menciones a granel, no le había proporcionado resultado
tan satisfactorio como su característica personal.
El Gerente se sorprendió y pegó un brinco desde el
poltrón Luis XV gemelo con el del cliente. Visiblemente nervioso se acercó al
árabe y le masculló al oído: “Pero,
Señor, es la albina”
El árabe se puso de pie y concretó la operación
contestando: “Sin embargo, tiene los pies
mas bellos del mundo” Ella trabajará descalza, para mi regocijo.
2013
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