Mientras te miro,
pienso: ¡Si supieras! . . . Fuiste el dueño de mi amor en aquel verano de hace tantos años. Acostumbrados a
corretear por el campo de tu abuela, la
amistad entre tu madre y la mía y la consecuente con tu hermana, nos habían unido. Recuerdo y sonrío. Habíamos concluido la primaria, qué hermosa etapa, vos en la "Faustino Sarmiento", yo en la 386, de niñas. Ese año, comenzaríamos un nuevo ciclo. ¡Por Dios, qué orgullo! Ya nos sentíamos grandes.
Ese domingo caluroso de enero fuimos al campo; ya no corríamos tanto, hacíamos
juegos de ingenio y vos, esta vez, trajiste el de magia. Sin embargo, cualquiera haya sido el juego del día, a lo que no podíamos
sustraernos, era al de "las escondidas". Y, así fue, jugando a ellas me robaste el primer beso, en
el galpón de las herramientas, mientras tu hermana trataba de encontrar
nuestros escondites.
Para ti no fue nada, para mí, todo. Te quise en secreto
hasta el próximo verano, y hasta el otro y el otro, en el que por fin esperaba verte, porque tu ausencia me dolía y me ataba.
Pronto cumpliría los quince años y de premio, mis padres decidieron llevarme al mar. Ese año no te vi. Y allá, amigo querido, mi sentimiento cambió como el viento. En la playa, sola y sin amigas, me acerqué al bueno de Ricardo,
un joven uruguayo, que veraneaba con sus abuelos (era el primer extranjero que conocía). Luego, a Sandra y su inolvidable primo de quien creí estar enamorada. No me sentí mal por eso, ya que afortunadamente,
tú jamás te enteraste de nada. Ya de adulta comprendí, parafraseando a Gardel que, "amores de estudiantes, flores de un día son"
Que los amores jóvenes de verano, deberían guardarse en una lista muy cerca del corazón, recordándolos con alegría.
Ahora, sentados en la misma sala del Hospital capitalino, alejados de nuestros pueblos de antaño y yo, de tamaños recuerdos, esperamos cada uno el nacimiento de nuestro primer nieto. Tú apostaste siempre que sería un varón, con el pelo ensortijado de su padre como otrora era el de su abuelo. A mí me daba igual, fuera nena o varón, sería el fruto del amor que construyeron mi hija y tu hijo.
2019
Historias de la vida. . .
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